INVITADO: MANUEL G. TRISTANTE

¡Queridos lectores!

Hace unas semanas os presenté a Patricia, y hoy es el turno de un nuevo autor invitado a este blog. Desde Granada, os habla Manuel G Tristante.

Os dejo con él!!


No hace mucho recibí un WhatsApp de mi compañera de agencia así como de letras, Patricia Gómez Martín, hablando de la iniciativa de un blog para dar a conocer a autores y a sus obras (una magnífica idea de Rebeka October, a la que desde aquí le doy las gracias por tan grande propuesta y, por supuesto, contribuir a darnos a conocer un poco más). No me lo pensé dos veces: quería participar en esta iniciativa. ¡Y aquí estamos!
Para comenzar, me presentaré. Mi nombre es Manuel G. Tristante. Tengo 23 años, soy graduado en Bellas Artes por la Universidad de Granada y me dedico al sector editorial: diseño de cubiertas, portadas, ilustración de cuentos, maquetación, y lo más importante, a ¡escribir! Esa tarea que a muchos nos inquieta desde pequeños en el interior y que pugna por salir con fuerza.
Recuerdo que comencé a escribir con doce años. Eran pequeños relatos en plan humor. Unos hablando de conversaciones en el coche con mi hermana y mis padres cuando viajábamos, o sobre un chico y sus amigos en el colegio. No llegaban a más de un folio, pero me encantaba hacerlo. Desataba toda la imaginación infantil. Me volvía loco confeccionando esas tramas. Y lo más importante, las disfrutaba, las sentía, me reía con ellas. Porque era lo que yo quería leer.
Por esa época era lector, y no. Lo típico. Los libros que suelen obligarte a leer en el colegio, pero no me llamaban la atención. Libros finos de unas cuarenta páginas como mucho y letras que podría verlas mi abuelo a cinco metros. A mí me gustaban, digamos, los tochos: libros gordos, con sustancia. Muchas páginas, donde mi imaginación se volviera loca vislumbrando paisajes, batallas, personajes heroicos. Era lo que me llamaba la atención, y lo que quería leer. Así fue como en mi cabeza comenzaba a gestarse la que, digamos, hasta ahora, es mi obra prima: una tetralogía de fantasía, intriga, misterio, amor: La Saga Geptalon. 
No era mi objetivo crear la típica obra de héroes superficiales con los pies en las nubes y no en el suelo; mundos irreales y cosas imposibles. No. Mi meta era crear personajes cercanos, que, a pesar de ser una obra de fantasía, fueran humanos, con emociones reales, problemas cotidianos, pensamientos adolescentes, resaltando por encima de todo el valor de la amistad, la capacidad de superación ante las adversidades, el arrojo. Que el lector sintiera mucho con ellos. Que se metiera en su piel al máximo.

Me quedo con estas palabras y que quiero compartir que me dedico mi profesora, Conchi Reyes, en la presentación de La Esfera: «Puedo afirmar que sus obras son el fiel reflejo de un perfeccionismo innato. Todas nos transmiten mensajes llenos de ilusión y esperanza, tan necesarios hoy en día, y además, nos muestran unos personajes fuertes, como el de Miguel, capaces de enfrentarse a los retos más difíciles.
De espíritu libre, como cualquier guerrero de la luz capaz de enfrentarse a las tinieblas, como bien diría Paulo Coelho, sus personajes nos muestran tanto las debilidades como el afán de superación, imprescindibles en el desarrollo personal.»

Supongo que también por mi lado de ilustrador mezclo ambos campos y me encanta crear mediante palabras una película: que el lector esté leyendo pero parezca que ve la historia en una pantalla y que sienta todo del personaje. Que si el personaje cae, el lector sienta que lo hace. Lo que, digamos, podría ser una experiencia en 3D.
No olvidaré cuando comencé a escribir la primera parte, La Esfera: el 7 de enero de 2007. Llevaba madurando la obra años. Mapas, personajes, tramas. Todo apuntado en libretas, en el móvil, en hojas sueltas. Un poco locura, pero era una pasión incontrolable. Quería más y más a cada momento. Por entonces contaba con quince años. Y era el momento en el que me sentí preparado para una obra de tal envergadura. Ahora supongo que no lo hice antes, no por iniciativa, no, sino por tener la suficiente confianza. También está el hecho de que no empiezo una obra sin tener primero el título. A veces escribir una obra teniendo solamente un título. Manías a fin de cuentas, pero eso es lo que nos diferencia a los artistas en nuestro trabajo. La forma en la que trabajamos y en la que dotamos de vida a nuestra obra.
A la misma vez que escribía esta historia, nuevas llegaban a mi cabeza. Escribí Pies firmes: ¡¡no al acoso escolar!!, una historia en primera persona en la que un chico nos contaba su paso del colegio a la ESO y donde sufría el bullying. El farolero de la luna llena, una historia de amor de una chica confundida. Amaba a un fantasma pero también a su vecino. Sin embargo, se veía más atraída hacia ese fantasma, digamos, por el morbo de la situación, algo muy común en la vida real: tienes algo que merece la pena pero te vas en busca de lo inalcanzable. Estás novelas fueron publicadas por una pequeña editorial y ya están descatalogadas. Espero que puedan ser reeditas. También me embarqué en una nueva trilogía: Los Hijos del Diablo. Una historia entre la eterna lucha del bien y el mal con brujas y demonios en el siglo XXI donde se mezcla la aventura y nuestros más terroríficos miedos. Una obra corta pero no deja de ser ambiciosa también. Sigo trabajando en ella y espero que pronto salga publicada.
Ahora sigo trabajando en La Saga Geptalon. La Esfera se publicó en 2011, y el pasado año fue reeditada. Ahora saldrá con segunda edición acompañada de su segunda parte, El Dragón Negro, bajo el sello Ediciones Librando Mundos, mientras termino de revisar la tercera parte y comienzo con la cuarta. Como veis, esta obra lleva conmigo ocho años. Y me da miedo terminarla, porque sé que me quedaré vacío. Me faltará algo. Porque ya no es el hecho de escribirla, no. Dejas algo más de ti. Parte de tu vida, tu esencia. Esos personajes son tus hijos. Y cuando cierras una historia para comenzar otra es como si murieran y no volvieras a verlos nunca más. No obstante, hay que quedarse con lo que esos años y esa obra te ha aportado. Y aún me queda tiempo con ella antes de terminarla.
La Esfera verá también la luz en inglés bajo el mismo sello, Ediciones Librando Mundos. Un sueño hecho realidad ver tu obra en otro idioma y ver que cruza fronteras y llega más allá: a nuevos lectores. Porque, a fin de cuentas, lo que el escritor desea es que su obra llegue al máximo número de lectores, la lean y disfruten con ella. Ya el resto, digamos es “secundario”. 
Espero que pronto también en otros idiomas. En mi blog, por ejemplo, podéis leer en prólogo en Catalán. 
No dejo de escribir nunca. Ahora menos por falta de tiempo. Mi trabajo como ilustrador absorbe mucho tiempo. A veces, al ser dos pasiones que suelen ir unidas pero a la vez separadas, no sabes por qué lado ir. Tengo la manía de que me gusta hacer mis propias portadas. La nueva imagen que llevará La Saga Geptalon es obra mía, así como la portada de El Dragón Negro, que irá bajo la sobrecubierta. La portada en inglés también es obra mía (aún por desvelar). 
No hace mucho me dijeron que debería dejar esa parte a otros compañeros de profesión, pero yo digo: si tengo la capacidad de hacer ambas cosas ¿por qué no? ¿Quién mejor que yo para hacerlo, conociendo al dedillo cada recodo de la historia? Lo importante, por encima de todo, es seguir creando y haciendo lo que a uno le gusto, persiguiendo su sueño y alcanzando metas.
Es un mundo difícil este del arte, sí, pero con persistencia, se puede conseguir hacernos un hueco, ya sea mediante concursos, publicaciones con editoriales, o mediante nuestro blog o Facebook. Hay muchos métodos hoy día que nos ayudan.
No quiero extenderme más. Os animo a que echéis un vistazo a mis obras, a que las disfrutéis tanto como yo y a que no dejéis de cumplir vuestros sueños. Es un largo camino, sí (del que yo no he hablado para no aburrir, pero que también me ha sido difícil), pero nunca hay que perder ni la esperanza ni la sonrisa.
Gracias por vuestro tiempo. ¡Nos vemos en las redes!


Booktrailers:





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Interesante ¿verdad?

¡No olvidéis echar un vistazo a sus redes!

¡Nos leemos!

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